A GOLPES DE MARTILLO
Objetos como escapes, básculas, martillos o cuerdas que se usan en sistemas de palanca y con dinámicas de impulso y caída traen a la mente la caja de herramientas de algún carpintero o electricista. Pero no se trata ni de esos utensilios ni de tales oficios, más bien nos referimos al mecanismo del piano que así funciona y que solo deja a la vista teclas y pedales cual punta de un iceberg de todo un sistema que fue perfeccionándose a lo largo de casi tres siglos.
Algunos músicos empezaron a mirar con interés los otros chirimbolos del apero de los obreros dada su posible utilidad en la obtención de sonoridades nuevas; así comenzaron las primeras intervenciones del piano en Francia cuando Erik Satie colocó papeles entre las teclas para lograr un sonido más parecido a los organillos de la calle. Lo hizo en las siete breves danzas que compuso para su comedia en un acto Piege de Meduse (1913/4) y entusiasmó a otros colegas, como a Heitor Villa-Lobos, temporariamente en Francia, quien exploró diferentes ubicaciones del papel en su Choros n°8 de 1925 antes de regresar a su Brasil natal.
Siguiendo esta tendencia de expandir la sonoridad del piano, un luthier y organista belga llamado Georges Cloetens (1871-1949) no se contentó con agregar objetos sino que mejoró e inventó nuevos teclados: en 1908 presentó la patente de un instrumento mezcla de piano, órgano y harmonio llamado orpheal, en 1912 dio a conocer su órgano II/P 32 y alrededor de 1920 inventó el lutheal, un arnés hecho con tiradores, barras y apagadores que se aplica sobre el mecanismo del piano de cola modificando su sonoridad total o parcialmente. Maurice Ravel utilizó este último en el estreno de su ballet-ópera El niño y los sortilegios (1937) y compuso Tzigane (1924), una rapsodia para piano-lutheal y violín que en la actualidad se interpreta con un piano convencional; el público de entonces se sintió sorprendido por esa sonoridad extraña y la crítica lo calificó de “un instrumento híbrido que recuerda a una ruidosa caja musical”. Si bien estos instrumentos tuvieron corta vida, el músico británico Veryan Weston es un especialista en lutheal y le dedicó sus Tessellations (2003), un álbum con una cincuentena de temas para la improvisación.
El uso de mediadores y dispositivos no tardó en extenderse a América donde el músico experimentalista John Cage le puso por nombre “piano preparado” y comenzó a utilizarlo en su obra Bacchanale (1938). Es interesante recordar que esta obra fue escrita para conjunto de percusión pero cuando Cage vio el poco espacio que había disponible para los músicos decidió reunir los timbres en un solo instrumento: el piano; por esta razón se dijo que el ¡“piano preparado fue una solución a un problema de espacio”! Si bien Cage reconoce a su maestro Henry Cowell la paternidad de la investigación sonora en el piano con o sin elementos, puede decirse que fue aquel quien sistematizó su uso. Desde entonces, un importante número de compositores ha probado el potencial tímbrico del piano con la adición de burletes, tornillos, tuercas, chapitas y pelotitas, cada vez más frecuentes en diferentes estéticas de los años ’70: George Crumb en Tora! Tora! Tora! 1973 utiliza los “dedos con dedal” en el encordado del piano o David Bowie incluye piano con materiales en la plantilla instrumental de su álbum Lodger (1979) interpretado por Brian Eno. Incluso es posible lograr un gran alejamiento de la sonoridad original como da cuenta Entrada, obra del pianista y compositor de jazz Stephen Scott (1969-).
La búsqueda de efectos sonoros nuevos en el piano cambió la forma de tocar al exigir del intérprete el dominio de una técnica más amplia o extendida y fue más allá de los agregados provisorios: en 2011 Daniel Baremboin creó un piano con el encordado totalmente paralelo (el tradicional es cruzado) inspirándose en diseños del pasado pero conservando todas las ventajas del piano moderno.
Son muchas las versiones de piano que se han creado y todas tienen en común el gran desafío que representa su ejecución porque, según el compositor y pianista Arthur Schnabel, “el principal inconveniente del piano es que cada nota buena se encuentra entre dos malas”.
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