BARROCO ALEMÁN

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Entre el final de una época y el comienzo de otra hay siempre un período de transición durante el cual se gestan otras sensibilidades y comienzan a gobernar nuevos modos de expresión; así aconteció en la primera mitad del s. XVIII cuando se señala el final de la estética barroca a la cual J. S. Bach siguió aferrado hasta sus últimos días.

Por entonces, y por casi tres décadas hasta su fallecimiento, este compositor vivió en Leipzig, donde escribió las obras de este concierto. En ellas, como en muchas otras, Bach reutilizó materiales de piezas anteriores y las reescribió; esta era una práctica común ya que raramente las obras se interpretaban repetidamente, y además,  debido a la cantidad de música religiosa que se le exigía para el calendario litúrgico.

La Cantata Es suficiente (1727) se refiere al agotamiento sereno que antecede al gozoso recibimiento de la muerte cristiana; tiene cinco movimientos que alternan arias y recitativos, es para voz solista y grupo instrumental de cámara.

En los siguientes años comenzaron a construirse los primeros pianoforte, versiones aún rudimentarias del piano que hoy conocemos y cuya sonoridad, si bien entusiasmaba a muchos, no satisfacía a Bach; por ello, continuó componiendo para clave especialmente conciertos (1729 a 1742), una forma en la cual se lo considera pionero. El Concierto en fa menor tiene tres movimientos muy contrastantes: al enérgico y virtuoso comienzo continúa un serenísimo –y atemporal- lento que encuentra su conclusión en la irrupción del presto final.

Por esa misma época escribió El Arte de la Fuga, una veintena de obras llamadas contrapuntos que utilizan un mismo motivo musical; están compuestas con una técnica que hace posible en cada una de ellas la imitación del movimiento de la melodía. Además, gracias a que la partitura no lo indica, pueden interpretarse con orden e instrumentos a elección. Escucharemos el motivo original en la primera pieza y sus variaciones en las dos restantes.

A casi tres siglos de entonces, esa música de J.S. Bach que recibió la mirada desinteresada de su presente hoy todavía tiene algo para decirnos. ¿La escuchamos? 

Mg. Leticia Molinari