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HABÍA UNA VEZ…


Había una vez…

… Un rey llamado Ubú que reunía en su persona las más despreciables características que pueden pensarse; afortunadamente perteneció al mundo de la ficción, más precisamente surgió de la imaginación de Alfred Jarry (1873-1907), un adolescente dramaturgo francés que se propuso caracterizar el poder corrupto en un drama satírico en cinco actos llamado “Ubú Rey” (1896, https://youtu.be/mKbn9E2zMzI) cuyo estreno fue un verdadero escándalo. Es la primera y más famosa obra de este excéntrico escritor precursor de vanguardias del s. XX que vivió en París y que, al igual que Debussy, difundió sus ideas en la prestigiosa publicación de crítica “La revue blanche”; hoy día, Jarry es considerado una figura central de la Patafísica, “ciencia de lo particular” o “de las soluciones imaginarias”. Esta original rama del conocimiento se difundió por el mundo a principios del s. XX y por 1960 ya contaba con muchos y famosos seguidores en el ambiente artístico argentino; de tal forma, se gestó un clima propicio para que poco después, en 1966, se produjera en Buenos Aires el estreno mundial de la versión en castellano de “Ubú Rey”.

Ese mismo año, en Europa, el compositor alemán Bernd Alois Zimmermann (1918-1970) se inspiró en el despótico personaje y compuso “Música para las cenas del Rey Ubú” (https://youtu.be/wCtDPKgFzEw), una obra que, según sus propia definición, es “macabra y cómica a la vez … un ballet “noir” presentado en un banquete en la corte del Rey Ubú al que han sido convocados los académicos del país, los que terminan muriendo en una trampa… un símbolo del destino de la academia libre bajo un tirano…”. No casualmente la obra fue compuesta en ocasión de la incorporación de Zimmermann como miembro en la Academia de Artes de Berlín y tiene siete partes unidas por el recitado rítmico de textos alocados en francés y alemán: la primera es “Entrada en la Academia: rey Ubu, capitán Bourdure y sus partidarios”, las seis restantes se llaman “couplet” (palabra relacionada con una temática popular y grotesca) e incluyen pavana, marcha y hasta una “Canción de cuna para los niños financistas que no pueden quedarse dormidos”. Se trata de una pieza para grupo instrumental mixto de vientos de madera y bronces, órgano, grupo de jazz, mandolina entre otros; formalmente se desarrolla como un gran mosaico de fragmentos musicales de diferentes géneros y estilos, un collage de citas de obras emblemáticas perfectamente ensambladas. De este modo, la obra recupera en su devenir una amplia selección musical que incluye desde compositores contemporáneos como K. Stockhausen hasta antiguos como J. S. Bach y anteriores, sin jerarquías ni ordenamiento cronológico.

Zimmermann se destacó en el uso de la técnica de citas apelando a la memoria cultural, de hecho el título de la obra hace referencia a la tradición de componer “música para comer” y tal vez más específicamente al divertimento “Sinfonías para las cenas del rey” (1690/1700), una colección de fanfarrias dedicada a Luis XIV -“el rey sol”- por el compositor barroco Michel de Lalande (Francia, 1657-1726, versión completa disponible en https://youtu.be/lnuA9Qv-t-A).

Teatro, comic, ópera, ballet, rock, cine y radio son algunos de los formatos que han abordado y adaptado la historia de Ubú a lo largo del siglo XX, una ficción ambientada “en Polonia … es decir en ningún lugar” según Jarry, pero que en diferentes momentos de la historia de los pueblos se hizo realidad inaugurando períodos de opresión e injusticia. Zimmermann era particularmente sensible a estas situaciones y lo manifestó en obras provocadoras a través de su “método pluralista de composición”, es decir, logrando la convivencia de materiales, tiempos y experiencias: “lo que sucede ahora, ya está en el momento de la historia pasada, hagamos lo que hagamos, determinamos el futuro y el futuro ya ha determinado el pasado…".

Imagen: Retrato del Padre Ubú por Alfred Jarry (1873-1907). Wikipedia.

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