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ES LA HISTORIA DE UN AMOR…

A principios del s. XVI hubo una historia de amor y muerte o, para ser más exactos, que empezó con amor y terminó con asesinato. Aunque acerca del cariño hay muchas dudas, de la crueldad no, pues en aquellas épocas un rey podía tomar la vida de quien quisiera sin demasiado motivo. Se trata de una historia ya famosa que envuelve las intrigas en torno a quienes fueron reyes de Inglaterra; por el contrario, no tan conocida es la faceta musical de estos nobles que tocaban, cantaban e incluso componían melodías que reconocemos y tarareamos.

Nos referimos a Enrique VIII y Ana Bolena, su segunda esposa, que no lo fue por mucho tiempo ya que a los pocos años el monarca la encerró en la Torre de Londres y luego la mandó a matar bajo los cargos de traición e infidelidad. Enrique fue un rey de gustos cambiantes y pocos escrúpulos: tuvo cuatro esposas más que corrieron diferente suerte hasta que, finalmente, logró un heredero varón.

Esta breve historia empezó y terminó con sendas canciones que, sin demasiado acuerdo o convicción de parte de los estudiosos, se atribuyen respectivamente al rey y a su consorte. La primera y tal vez más famosa es Greensleeves con la que el rey trataba de conquistar a su amada que solía lucir ropajes verdes. Tanto quería casarse con ella que para lograrlo provocó un conflicto político-religioso y, como ya sabemos, ella accedió. Sea o no de su autoría esta canción, lo cierto es que Enrique VIII fue un compositor de canciones que, si bien no fueron innovadoras, circularon impresas, inspiraron otras tantas producciones y al presente siguen interpretándose. Además, dio gran importancia a la música en su corte, incrementó el número de músicos y todo esto benefició la protección de artistas en los siguientes reinados.

Por su parte, Ana Bolena también escribía música, tocaba instrumentos y cantaba; fue muy querida en su época y su ejecución provocó rechazo, pues decapitar a una reina no pasaba desapercibido. Pocos meses antes de morir, Ana escribió su canción más conocida, Oh Death, rock me asleep, de la que se conserva un manuscrito con el poema, la melodía y las indicaciones para acompañamiento de laúd donde, tal vez, pueda reconocerse el toque de campana que anuncia que ha llegado el momento final del condenado.

Estas canciones hoy se consideran parte del folklore inglés, con formas melódicas y bases armónicas que estaban muy de moda entonces y continuaron usándose en el cancionero popular y académico por siglos.

Los invito a sumergirse en el renacimiento escuchando las versiones de estas pieza con las típicas variaciones de entonces e interpretadas en instrumentos de época.

Pero la historia no termina aquí, dado que el breve reinado y la trágica historia de Ana Bolena inspiraron a más de un artista a lo largo del tiempo hasta llegar a la ópera italiana del 1800. Gaetano Donizetti ya era un famoso compositor italiano cuando escribió una trilogía de óperas dedicadas a la casa Tudor de monarcas ingleses; una de ellas es Anna Bolena, una tragedia lírica en dos actos y aproximadamente tres horas de duración; el libreto aborda una historia romantizada que recupera la supuesta inocencia de la reina víctima de confrontaciones palaciegas.

La ópera se representó también en Inglaterra, pero poco después del fallecimiento de Donizetti, su música prácticamente dejó de interpretarse hasta que la diva María Callas la recuperó del olvido junto a tanta otra música que ella decidió abordar. Recién en 1957 esta ópera volvió a representarse con la dirección de escena de Luchino Visconti y desde entonces, la historia de Ana y Enrique se instaló en los escenarios con gran éxito y ya es parte del repertorio canónico. Entonces podemos decir que la historia encontró al menos un final feliz.


Imagen: flickr

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